El 4 de octubre pasado, en vísperas de la abertura de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, representantes del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira (IPCO) entregaron oficialmente en la Secretaría del Sínodo un “Pedido a los Padres Sinodales: Por una Amazonia cristiana y próspera (No una inmensa ‘favela verde’ dividida en guetos tribales)”.
El documento llevaba las firmas de más de 20 mil residentes de la Amazonia brasileña, ecuatoriana y peruana, recogidas en campañas públicas en las calles de las principales ciudades amazónicas por jóvenes voluntarios del IPCO durante las vacaciones escolares.
Ninguno de los pedidos respetuosamente elevados por la población amazónica fue atendido en el Documento Final de la Asamblea Sinodal, pero sí las reivindicaciones de los medios internacionales que fomentan la psicosis ambientalista y las de una minoría de militantes indigenistas llevados a Roma por la Red Panamazónica.
La influencia de ese lobby ideológico-publicitario fue reconocida ya en el primer párrafo del propio Documento Final, donde los Padres Sinodales se felicitaron por la “presencia notable de personas venidas del mundo amazónico que organizaron actos de apoyo en diferentes actividades” y por la “masiva presencia de los medios de comunicación internacionales” (Documento Final, n° 1).
Mientras los signatarios de la petición del IPCO pedían que el Sínodo “diese gracias a Dios por la evangelización llevada a cabo por los misioneros y por la acción civilizadora de los colonizadores, que aportaron los beneficios del progreso” (Petición, n° 1), los Padres Sinodales denunciaron “la colonización militar, política y cultural” motivada por “la avaricia y la ambición de los conquistadores” (DF n° 15), consideraron negativo “el influjo de la civilización occidental” (DF n° 14) y, peor aún, declararon que “frecuentemente el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimían a las poblaciones” (DF n° 15), todo lo cual es absolutamente contrario a la verdad histórica y constituye una injuria a los heroicos misioneros que realizaron la mayor epopeya de la Fe desde la fundación de la Iglesia, según la afirmación del Papa Pio XII.
Además, los Padres Sinodales prácticamente renunciaron a convertir a los indígenas que se mantienen paganos declarando que “el diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural debe ser asumido como camino irrenunciable de la evangelización” (DF n° 24) y que la Iglesia debe practicar una “conversión cultural”, limitando el anuncio de la Buena Nueva a “estar presentes, respetar y reconocer sus valores, vivir y practicar la inculturación y la interculturalidad” (DF n° 41). Los Padres Sinodales son categóricos en ese abandono de la misión tradicional: “Rechazamos una evangelización de estilo colonialista. Anunciar la Buena Nueva de Jesús implica reconocer los gérmenes del Verbo ya presentes en las culturas. La evangelización que hoy proponemos para la Amazonia es el anuncio inculturado que genera procesos de interculturalidad” (DF n° 55).
En lugar de escuchar el “clamor de angustia ante el peligro de que la Amazonia sea transformada en una inmensa ‘favela verde’” (Petición IPCO, n° 5), los Padres Sinodales, entrometiéndose indebidamente en asuntos de carácter científico en los cuales carecen de todo mandato divino y de competencia técnica (lo que representa una clara manifestación de “clericalismo”), declararon falsamente que la deforestación “se acerca a casi el 17% del bosque amazónico total y amenaza la supervivencia de todo el ecosistema” (DF n° 11); que “la región amazónica es esencial para la distribución de las lluvias en las regiones de América del Sur” (DF n° 6) y que “se necesita de modo urgente el desarrollo de políticas energéticas que logren reducir drásticamente la emisión de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases relacionados con el cambio climático” (DF n° 77). (SIGUE EN II)
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