sábado, 7 de diciembre de 2019

Capítulo X. Un sencillo análisis de la 3ª Aparición Llevar nuestras cruces – Eficacia del Rosario

Sagrada Imagen Peregrina Internacional de Ntra. Sra. de Fátima
que lloró milagrosamente en Nva. Orleans, 1972
Capítulo X.
Un sencillo análisis de la 3ª  Aparición
Llevar nuestras cruces – Eficacia del Rosario

Al principio de la tercera aparición, Lucía le pide a Nuestra Señora por enfermos y sufrientes.
Vemos aquí cómo, por razones misteriosas, Dios quiere a veces que suframos ciertos males para nuestro bien. Nos cuesta entenderlo. pero aún en esta vida el sufrimiento tiene un papel fundamental, de maduración, de fuerza de alma, etc. Una vida sin sufrimiento produce una sensación de vacío, de frustración.
Dice Santa Teresita, refiriéndose a los terribles sufrimientos que pasó durante la enfermedad de su padre, Monsieur Martin, que estas cruces nos permiten participar de los méritos infinitos de Nuestro Señor en la cruz y harán nuestra alegría y admiración en la vida futura.
Nuestra Señora, por amor a las almas, sin quitarles por completo el sufrimiento, que les gana méritos para la vida eterna, les da un gran alivio con el rezo del Rosario. El incalculable poder sobrenatural del Rosario es otro gran misterio de nuestra Fe, del cual hablaremos más adelante (ver Cap. XVII).

La visión del infierno
Nuestra Señora en su mensaje, como su Divino Hijo en el Evangelio, nos muestra que es saludable para las almas recordar esta terrible realidad. Pues el hombre real -no el imaginado por un hueco optimismo «light» o romántico- para cumplir la ley de Dios y poder salvarse, necesita tener presente lo que le pasará después de la muerte si no se convierte y enmienda sus costumbres pecaminosas.
Cómo esta visión contraría los esquemas de ciertos cristianos -y no son pocos, inclusive consagrados- que silencian totalmente el infierno o lo presentan no como los santos, sino al gusto de su imaginación relativista, evitando el saludable sobresalto que nos trae su meditación. ¡Qué responsabilidad, poder alertar a otros de un peligro y no hacerlo! Si queremos tener devoción al Inmaculado Corazón de María, pidámosle la gracia de que el recuerdo de las penas eternas nos mueva a salvar las almas y a evitar el pecado para salvar la nuestra también.

La Comunión reparadora de los primeros sábados
Otra grave advertencia de Nuestra Señora: el pecado no sólo lleva las almas al infierno en la otra vida: también atrae el castigo divino en esta tierra. Existen voces que dicen: «Dios es bueno, Dios no castiga». Nada más contrario a las lecciones de la Historia Sagrada -¡baste pensar en Sodoma y Gomorra o el Diluvio universal! Y nada más contrario a las lecciones de Fátima. Pues Dios, porque es bueno, es infinitamente justo, y nos da, en definitiva, lo que nosotros merecemos: un premio o un castigo, y cuando nos castiga en esta  vida, es para purificarnos y merecer la salvación eterna.
«La guerra va a acabar» dijo Nuestra Señora, y la I Guerra Mundial acabó. Fue la peor guerra conocida hasta entonces en la Historia. «Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío Xl comenzará otra peor».
Es esta una profecía doble; enseñó a Lucía con dos décadas de antecedencia quien sería el Papa, y predijo el terrible flagelo -incomparablemente mayor- de la II Guerra con respecto a la I. Esta vendría si los hombres continuasen pecando. Y así ocurrió.
Parte de su anuncio fue: «cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal...». La «gran señal» que Nuestra Señora anunció se vio en los cielos de Europa del 25 al 26 de enero de 1938. Ese año comenzó el castigo, que tuvo como una de sus manifestaciones más impresionantes las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.
Pero la dureza de los hombres parece superar la bomba atómica. Las ofensas a Dios y al Inmaculado Corazón de María no paran, ¡muy por el contrario!
Esto hizo anunciar a Nuestra Señora que un tercer castigo, aún mayor, vendrá si no se adoptan los remedios indicados por Ella para la conversión del mundo:
«Para impedirlo, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados».

La consagración de Rusia
Debía hacerla el Santo Padre en unión con todos los Obispos de la tierra. Por razones que se desconocen, se realizaron algunas consagraciones, pero no hay seguridad plena acerca de si correspondieron a los términos pedidos por la Virgen.

Condiciones de la Comunión reparadora de los primeros sábados
Esta importantísima devoción, indicada por Nuestra Señora como otro medio para evitar el castigo, consiste en comulgar durante cinco meses, cada primer sábado -o en su defecto otro día-, confesándose, rezando un tercio (cinco decenas del Rosario) y haciendo una meditación de 15 minutos sobre los misterios del Rosario. Todo esto debe ofrecerse en desagravio del Inmaculado Corazón. Es triste constatar que esta práctica, aunque haya pequeñas minorías de fieles que la hagan, jamás se ha extendido entre los católicos.
Por lo tanto, es otro pedido «pararrayos», es otro remedio para evitar un nuevo castigo, que no se adoptó.

Modas y costumbres inmorales
Sigamos analizando este tema crucial.
En revelaciones privadas a los videntes (ver Cap. XV), Nuestra Señora apuntó el pecado contra la pureza como el que más almas lleva al infierno.
También habló de modas que ofenderían mucho a Nuestro Señor. Luego, otra cuestión clave en la perspectiva de Fátima es: la inmoralidad.
La pornografía, la libertad sexual, los espectáculos y cantos por TV, radio, etc., las propagandas, las novelas, la educación sexual, los lugares de diversión ilícita, todo ello fomentando el instinto sexual y el amor libre, e inclusive la homosexualidad -pecado que, de acuerdo a la doctrina tradicional de la Iglesia, «clama al cielo por venganza». ¿No es lo que vemos continuamente a nuestro alrededor y cada vez más? ¡¿Y qué decir de la droga, del aborto, de tantas cosas que tienen que ver con las modas, no solamente de vestir, sino también los modos de vivir?! Nos limitamos a este ámbito, sin entrar a considerar otras realidades de pecado del mundo de hoy, que constituirían un elenco interminable, incluyendo el horror del satanismo.
Siendo así ¿quien osará negar lo que la Ssma. Virgen anunció, que si la humanidad sigue este caminar fatal, será nuevamente castigada? Es obvio que el comunismo constituye parte fundamental de ese castigo. Pero, por el texto del mensaje, se ve que no es todo, más aún tomando en consideración el texto divulgado por la Santa Sede sobre la III parte del Secreto, que incluimos más adelante. Alguien podrá decir que estas consideraciones son pesimistas, que asustan, que difundirlas es un acto de maldad. Preguntémonos, ¿dónde está la maldad? En advertir: “¡cuidado! si seguimos por este camino, vamos hacia un precipicio”, como lo hizo la Virgen? ¿O en decir: «Está todo bien, sigan adelante que no hay ningún precipicio» y dejar que la humanidad camine hacia el castigo?
Estimado lector: desconfíe cuando quieran darle una falsa tranquilidad adormecedora, diciéndole que esto ya pasó, o que la Virgen quiso decir otra cosa. Use su razón iluminada por la fe y súmese a los que lucharnos para que se obedezca a Nuestra Señora, la sociedad se convierta y de esta manera se evite el castigo. Repito: ¡luchamos para salvar a la humanidad del castigo! Y, más aún, para que no se ofenda a Dios infinitamente santo, grande y omnipotente; para desagraviar al Inmaculado Corazón de María cruelmente ultrajado por tantas abominaciones, y restaurar la civilización cristiana.

Comunismo y castigo: “los errores de Rusia”
Para finalizar este breve análisis de   las palabras de Nuestra Señora, recordemos en qué consiste el tercer castigo anunciado por Ella en caso de que la humanidad se obstine en ofender a Dios. «Si atienden mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz, si no, difundirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará».
Cuando la Virgen habló, Rusia era una nación cismática -no católica- pero aún era una nación normal. Tres meses después, en octubre de 1917, tuvo lugar la revolución bolchevique, que implantó un régimen basado en la doctrina anticristiana por excelencia, condenada por la Iglesia: el comunismo.
Durante 80 años, el comunismo, con cabeza en Rusia, formó un imperio colosal de países, persiguiendo, fusilando, mandando los enemigos a los “hospitales psiquiátricos”, colectivizando, masificando, devastando.
Y si bien tuvo un aparente retroceso, con la caída de la cortina de hierro, los actuales dirigentes rusos provienen del mismo régimen que la esclaviza desde 1917, más aún, de la KGB, su policía política secreta.
Además de ser los mismos hombres, utilizando las mismas estructuras de poder, hay algo que debemos tener muy en cuenta. El comunismo es un proceso que va pasando por diversas etapas. Y al comunismo «staliniano» de antes, y sus diversas versiones posteriores, sucedió ahora -como estaba previsto en la Constitución rusa- la nueva etapa de la «autogestión», con aires democráticos, con rótulo socialista, pero escondiendo una realidad más igualitaria, más auténticamente comunista que la propia «dictadura del proletariado» al estilo stalinista.
Y también están las otras «Rusias»: China, y Corea del Norte, y Vietnam, y Laos, y Cuba..., y actualmente son nada menos que 1.400 millones de seres humanos que gimen bajo la opresión comunista.
Pero esto no es todo. Nuestra Señora no dijo: «Rusia dominará todo el mundo». Dijo que «los errores de Rusia» se difundirán por el mundo entero. ¿Y cuáles son esos errores? Son muchos. Por ejemplo la destrucción de la propiedad y de la libertad humana, de la familia y de la religión, de la identidad de los pueblos, especialmente de los pueblos cristianos, su forma de ser, sus costumbres, todo lo que constituye la Tradición.
Son corrientes que, con rótulos diversos -socialismo, ecología radical, «globalización», revolución cultural, manipulación genética, fundamentalismo islámico (*), indigenismo y tantos otros-, difunden ideas afines al comunismo y constituyen distintos aspectos de un único y gran movimiento destructor, la Revolución anti-cristiana.
(*) (Nota: sobre el fundamentalismo islámico v su afinidad con las tendencias e ideas socialo-comunistas, recomendamos la lectura del artículo "Sólo con el espíritu de cruzada" de Luis Dufaur, en la revista "Catolicismo", w w w.catolicismo.org.br).
El proceso de "difusión de los errores de Rusia" se desarrolla en todas partes.
Sin ir más lejos en Chilecito (La Rioja), en insólita decisión del 14 de septiembre de 2000, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza para levantar un monumento a uno de los mas típicos representantes de la guerrilla marxista latinoamericana: el tristemente famoso «Che» Guevara, sanguinario instrumento del tirano más descarado y antiguo del mundo actual, Fidel Castro, que mantiene al pueblo cubano en la miseria y opresión.
(Nota de 2001: promovimos una campaña pública contra la ordenanza. Cientos de vecinos apoyaron nuestro reclamo y el busto ignominioso por ahora no ha sido colocado).
(Nota de 2006: después de una demora de años, el monumento fue colocado entre gallos y medianoche en lugar donde pasa desapercibido, como con vergüenza, se mantiene mal conservado y ante la indiferencia total de la población).
(Nota de 2016: el monumento fue siendo destruido de a poco y actualmente no existe).
Si analizamos esta tremenda ofensiva revolucionaria, vemos que hay tres valores, tres pilares fundamentales de la civilización cristiana, que ella quiere destruir: la Tradiciónla Familia y la Propiedad. Así, el comunismo y los errores afines que actúan tanto en el «mundo libre» globalizado, en el mundo musulmán, en los mencionados países comunistas, y ahora intenta proyectarse en Iberoamérica con máscara indigenista y nacionalista, socavan constantemente esos valores.
La Tradición, gracias a la cual somos lo que somos; la Familia, célula básica de la sociedad; la Propiedad, establecida por dos mandamientos de la Ley de Dios, tan odiada por el comunismo y la “Teología de la Liberación”, sin la cual el hombre se transforma en esclavo del estado o de los grupos que usurpan el poder.
De esta manera la lógica, basada en la doctrina católica y en las advertencias de Fátima, nos lleva a considerar que probablemente estamos en la inminencia de una imposición generalizada de «los errores de Rusia» en esa cadena monstruosa de movimientos que -siguiendo las enseñanzas del Prof. Plinio Correa de Oliveira- llamamos «la Revolución anticristiana» (cf. «Revolución y Contra-Revolución»).
Si la Revolución anticristiana, gnóstica e igualitaria, triunfa, se cumplirán las profecías de Fátima y el castigo vendrá.
Pero ciertamente no será el fin de la humanidad pues Nuestra Señora anunció el triunfo de su Inmaculado Corazón. Y esto nos da ánimos para seguir luchando, hasta la victoria final del bien, hasta el renacer de la Civilización Cristiana.

Copiado de "Las Profecías de Fátima y el triunfo del Inmaculado Corazón de María", de Luis María Mesquita Errea, ed. 2001, con actualizaciones posteriores

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