Plinio Corrêa de Oliveira
Extraído de Catolicismo,
nº 197, mayo de 1967 (*)
Tal vez les resulte útil a los lectores un
análisis suscinto de los múltiples aspectos que las importantes manifestaciones
de la Santísima
Virgen en Fátima contienen.
1. Presupuestos y líneas generales de las apariciones
Para entender el conjunto de visiones y
comunicaciones con que Lucía, Francisco y Jacinta fueron favorecidos, hay que
tener en cuenta, ante todo, la doctrina católica sobre la comunión de los
santos. Las oraciones y méritos de una persona pueden beneficiar a otra. De
este modo, es lógico que las oraciones, los sacrificios y el holocausto de su
propia vida ofrecidos por los tres niños, máxime después de haber sido beneficiados
espiritualmente por las apariciones de la Reina de todos los Santos, pueden aprovechar a un
gran número de almas e incluso a naciones enteras.
Nuestra Señora vino, pues, a pedirle oraciones y
sacrificios a los tres. A Jacinta y a Francisco les pidió también el holocausto
de su vida, ofreciéndose en el carácter de víctimas expiatorias por los pecados
de los hombres. A Lucía le pidió que se quedara en este mundo para el
cumplimiento de una misión de la que hablaremos enseguida.
2. La mediación universal de María Santísima
Otra noción preliminar para la comprensión de los
acontecimientos de Fátima es la de la mediación universal de María Santísima.
Ella actúa —por libre voluntad de Dios—
como Medianera suprema y necesaria entre el Redentor ofendido y la
humanidad pecadora. Por otro lado, es una Medianera que siempre es oída y, como
tal, ejerce una verdadera dirección sobre los acontecimientos. Es una Medianera
regia, que será glorificada con la victoria de su Corazón maternal, lo que constituirá
la más alta expresión de la victoria del propio Dios.
3. En Fátima, Nuestra Señora no habló sólo para Portugal sino para el mundo entero
Hablándole a los pequeños pastores, Nuestra
Señora quiso dirigirse al mundo entero, exhortando a todos los hombres a la
oración, a la penitencia y a la enmienda de vida. De modo especial le habló al
Papa y a la Sagrada
Jerarquía, pidiéndoles la consagración de Rusia a su Corazón
Purísimo.
4. La situación sumamente calamitosa del mundo en nuestros días
La Madre de Dios hizo estos
pedidos frente a la situación religiosa en que se encontraba el mundo en la
época de las apariciones, es decir, en 1917.
Nuestra Señora señaló dicha situación como sumamente
calamitosa. La impiedad y la impureza habían dominado la tierra a tal punto que,
para castigar a los hombres, había estallado una verdadera hecatombe, que fue la Primera Guerra
Mundial. Esa conflagración terminaría en breve y los pecadores tendrían tiempo
para corregirse, atendiendo el pedido de Fátima.
Si ese pedido fuese atendido, la humanidad conocería
la paz. En caso de no ser atendido, vendría otra guerra, aun más terrible.
Y, en caso de que el mundo permaneciera sordo a
la voz de su Reina, una suprema hecatombe de raíz ideológica y de proporción
universal, incluyendo una grave persecución religiosa, afligiría a todos los
hombres, causando grandes sufrimientos al Romano Pontífice: Rusia esparcirá sus errores por el mundo,
promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia... El Santo
Padre tendrá mucho que sufrir.
5. Después de una suprema hecatombe de raíz ideológica y de
proporción universal, vendrá el Reino de María
Quebrada así, a lo largo de toda una cadena de
calamidades, la dura cerviz de la humanidad contemporánea, habrá una gran
conversión de almas. Esa conversión será específicamente una victoria del
Corazón Purísimo de la Madre
de Dios: «Por fin mi Inmaculado Corazón
triunfará... » Será el reinado de María sobre los hombres.
6. La meditación de los tormentos eternos es eficaz y adecuada para
los hombres de este siglo
Con la intención de incitar con mayor eficacia a
la humanidad a acoger ese mensaje, Nuestra Señora le hizo ver a sus tres
confidentes las almas condenadas al infierno; cuadro trágico descripto por
ellos de modo admirable, y apropiado para reconducir a la virtud a los pecadores
endurecidos. Esa visión lúgubre muestra a las claras cómo se equivocan
profundamente quienes afirman que la meditación sobre los tormentos eternos es
inadecuada para los hombres de este siglo.
7. Pruebas de la autenticidad del Mensaje de Fátima
Con el fin de probar la realidad de las
apariciones, y por lo tanto la autenticidad del mensaje, la Virgen dispuso tres tipos
de acontecimientos:
a) La afluencia de un gran número de espectadores
en el momento en que Ella se dirigía a los videntes.
Aunque sólo ellos fuesen los destinatarios
inmediatos del mensaje, los circunstantes, valiéndose de la penetración
psicológica común, podían cerciorarse de que los tres niños no mentían ni eran
objeto de una ilusión al afirmar que estaban en contacto con Nuestra Señora, sino
que realmente oían y hablaban con un ser invisible para los demás.
b) El prodigio de las transformaciones cromáticas
y de los movimientos del sol.
Ese prodigio se hizo ver en una zona mucho mayor
que el lugar de las apariciones, al punto de no poder ser explicado como un
fenómeno de sugestión colectiva (sumamente difícil de ocurrir, dicho sea de
paso, con las 50 a
70 mil personas que se hallaban en Cova de Iría)
c) Se confirmó la profecía de que poco después de
las apariciones de Fátima la
Primera Guerra Mundial acabaría; como se confirmó también la
profecía de que, si la humanidad no se enmendara, otra guerra mundial
estallaría. La luz extraordinaria que iluminó los cielos de Europa antes de la
segunda conflagración fue un hecho que se observó en varios países y fue conocido
en todo el mundo. La Señora
había prevenido a los videntes de que esa sería la señal del castigo inminente.
Y el castigo vino enseguida.
d) La previsión del castigo supremo, que es la
difusión del comunismo, comenzó a realizarse poco después de las apariciones. La Santísima Virgen -es
importante notarlo- anunció que Rusia esparciría sus errores por el mundo. Pero
cuando esa profecía fue hecha —13 de julio de 1917—, la expresión era poco menos
que ininteligible.
En efecto, el zarismo apenas acababa de caer y de
ser substituido por el régimen burgués de Kerensky, y no había medios de saber
cuáles serían esos errores rusos, pues evidentemente no se trataba de la
difusión de la religión greco-cismática, momificada y privada de toda fuerza de
expansión. De este modo, la ascensión de los marxistas al poder en la infeliz
Rusia, en noviembre de 1917, fue, sin duda alguna, el elocuente comienzo de la
confirmación de la profecía.
Enseguida, el Partido Comunista ruso inició la
propagación mundial de sus errores, lo que acentuó aún más la coincidencia
entre lo que la Virgen
había anunciado y el curso de los acontecimientos.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, la expansión comunista se acentuó mucho más todavía, porque numerosas
naciones, subyugadas mediante el fraude y la fuerza, cayeron bajo el dominio
soviético. Rusia se convirtió así en un peligro mundial.
8. Las dos familias de almas del mundo contemporáneo
Ante estas afirmaciones de gravedad apocalíptica
cabe hacer una observación. El mundo de hoy se va dividiendo cada vez más en
dos familias de almas. Una de ellas considera que la humanidad es presa de una
cadena de errores e iniquidades que comenzaron en la esfera religiosa y
cultural con el Humanismo, el Renacimiento y la Pseudo-Reforma protestante.
Dichos errores se agravaron con el iluminismo y
el racionalismo, y culminaron en la esfera política con la Revolución Francesa.
Del terreno político pasaron al campo social y económico, en el siglo XIX, con
el socialismo utópico y con el socialismo denominado científico.
Con el advenimiento del comunismo en Rusia
comenzó a verificarse la transposición, paulatina pero maciza, de todo ese
montón de errores al orden concreto de los hechos, naciendo de ahí el imperio
comunista, moloch que se extendía desde el corazón de Alemania hasta Vietnam.
Al mismo tiempo, sobre todo a partir de la I Guerra Mundial, la
moralidad comenzó a declinar con espantosa rapidez en Occidente, preparándolo
para la capitulación ante la más audaz expresión doctrinal e institucional de
la amoralidad, que es el comunismo (ya sea bajo la forma de capitalismo de
Estado —hoy aparentemente en vías de extinción— ya sea bajo la nueva y ladina
versión autogestionaria).
Para las incontables almas de todos los estados y
condiciones de vida y naciones, que comparten este modo de pensar, el mensaje
de Fátima es de lo más coherente que hay con la doctrina católica y con la
realidad de los hechos.
Existe también otra familia de almas, para la
cual los problemas del mundo contemporáneo tienen poca o ninguna relación con
la inmoralidad y la impiedad (considerada como un desvío culpable de la
inteligencia). Estos nacen exclusivamente de involuntarios equívocos que una
buena difusión doctrinaria y un conocimiento objetivo de la realidad pueden disipar.
Esos equívocos resultan, además, de carencias económicas; son hijos del hambre,
que desaparecerán cuando en el mundo no haya más hambre, y no antes.
Con el auxilio de la ciencia y de la técnica
–piensan-, la crisis de la humanidad se resolverá. Más aún, al no tener el
factor culpa como fondo de cuadro de las catástrofes y de los peligros en medio
de los cuales nos debatimos, la noción de un castigo universal se vuelve
incomprensible. Tanto más dado que, para esta familia de almas, el comunismo no
es intrínsecamente malo, y resulta posible establecer con él acomodaciones que
eviten persecuciones incómodas.
Por amor a la brevedad, esta descripción de las
dos familias de almas esquematiza un tanto el panorama. Entre una y otra hay
muchas gamas. No es nuestra intención retratarlas aquí. Las corrientes
intermedias tendrán mayor o menor facilidad para comprender el mensaje de
Fátima, según estén más próximas a un polo o al otro. Fátima es pues, en ese
sentido, un verdadero divisor de aguas para las mentalidades contemporáneas.
De todas formas, con excepción de la parte
mantenida aún en secreto, los pedidos, amonestaciones y profecías de Cova de
Iría (todos con mero carácter de revelaciones particulares, es verdad...), han
sido expresados y se van confirmando ampliamente. A los escépticos les decimos:
Qui vivra verra... (Quien viva lo
verá ...).
9. No se ha correspondido al Mensaje de Fátima
¿Se cumplirán los acontecimientos previstos en
Fátima que aún no se han cumplido? Es lo que la humanidad contemporánea se
pregunta. En principio, no hay cómo dudar de ello, pues una parte de las
profecías ya se ha realizado con impresionante precisión, lo que prueba su
carácter sobrenatural. Y, probado ese carácter, no se puede poner en duda que
el mensaje celestial se cumpla hasta el fin.
Alguien podría objetar que las profecías del 13
de julio de 1917 tienen cariz condicional. Que ellas se realizarán en el caso
de que el Papa y los Obispos (en unión con él) no hagan la consagración de
Rusia y del mundo al Inmaculado Corazón de María.
En Cova de Iría Nuestra Señora formuló dos
condiciones, ambas indispensables para que se aparten los castigos con los que
Ella nos amenazó.
Una de esas condiciones era la consagración
antedicha. Admitamos que haya sido realizada según el pedido de la Santísima Virgen.
Falta la segunda condición: la divulgación de la práctica de la comunión
reparadora de los cinco primeros sábados. Nos parece evidente que esa devoción
no se ha propagado hasta hoy por todo el orbe católico en la medida deseada por
la Madre de
Dios.
Y hay aún otra condición, implícita en el
mensaje, pero también indispensable: es la victoria del mundo sobre las mil
formas de impiedad y de impureza que lo vienen dominando. Todo indica que esa
victoria no ha sido alcanzada y que, por el contrario, nos acercamos cada vez
más al paroxismo en esa materia. Así, un cambio de rumbo de la humanidad se va
haciendo cada vez más improbable; y a medida que caminamos hacia ese paroxismo,
más probables se hacen los castigos...
Cabe hacer aquí una observación. Y es que, de no
verse así las cosas, el mensaje de Fátima se tornaría absurdo. Pues si Nuestra
Señora afirmó en 1917 que los pecados del mundo habían llegado a un grado tal que
clamaban por el castigo de Dios, no parece lógico creer en el presente que ese
castigo no venga, después de que esos pecados han continuado creciendo desde
1917 hasta nuestros días y el mundo se ha rehusado, obstinadamente y hasta el
fin, a hacer caso a lo dicho en Fátima. Sería lo mismo que si, ante las
amenazas del profeta, Nínive no hubiese hecho penitencia, y a pesar de su
impenitencia las amenazas no se hubieran realizado.
Más aún, la misma consagración pedida por Nuestra
Señora no tendrá el efecto de apartar el castigo si el género humano sigue
aferrándose cada vez más a la impiedad y al pecado, pues mientras eso sea así,
la consagración estaría como incompleta y desprovista de contenido real.
En síntesis, puesto que no se operó en el mundo
la inmensa transformación espiritual pedida en Cova de Iría, vamos caminando cada
vez más hacia el abismo. Y, a medida que caminamos, esa transformación se va
haciendo más improbable.
10. Los resplandores sacrales de la aurora del Reino de María
Al concluir estas reflexiones, conviene que
nuestro espíritu se detenga en la consideración de las últimas perspectivas del
mensaje de Fátima.
Más allá de la tristeza y de los castigos
sumamente probables hacia los cuales nos dirigimos, nos esperan los
resplandores sacrales de la aurora del Reino de María: Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. Es la perspectiva
grandiosa de la victoria universal del Corazón regio y materno de la Santísima Virgen.
Es una promesa tranquilizante, atrayente y, sobre todo, majestuosa y
entusiasmante.
Para evitar el castigo en la exigua medida en que
es evitable; para obtener la conversión de los hombres en la modesta medida en
que, según la economía común de la gracia, es aún obtenible antes del castigo;
para apresurar cuanto sea posible la aurora bendita del Reino de María; y para
ayudamos a caminar en medio de las hecatombes que tan gravemente nos amenazan,
¿qué podemos hacer? Nuestra Señora nos lo indica: que nos enfervoricemos en la
devoción a Ella, en la oración y en la penitencia.
Para estimulamos a rezar, en la última aparición
Nuestra Señora se fue revistiendo sucesivamente de los atributos propios de las
advocaciones de Reina del Santísimo Rosario, de Madre Dolorosa y de Nuestra
Señora del Carmen, indicándonos cuán grato le es ser conocida, amada y venerada
de esa manera.
Igualmente, la Virgen de Fátima insistió de modo muy especial en
la devoción a su Inmaculado Corazón. Ella se refirió siete veces a su Corazón
en sus mensajes (y Nuestro Señor, nueve).
Así, el valor teológico de la devoción al
Inmaculado Corazón de María, por lo demás ya tan comprobado, encuentra en
Fátima una impresionante corroboración. Por otro lado, la insistencia de la Santísima Virgen
prueba hasta la saciedad que esa devoción es eminentísimamente oportuna.
Por lo tanto, quien toma en serio las
revelaciones de Fátima debe hacer de la devoción al Corazón Purísimo de María
uno de los más altos objetivos de la verdadera piedad.
Cfr. "Fátima en una visión de conjunto" reproducida por El Perú necesita de Fátima