lunes, 28 de octubre de 2019

28 de octubre: San Miguel de Tucumán salvada por la intercesión de San Simón y San Judas ("los galleguitos") y el coraje del Teniente de Gobernador Gaspar de Medina




Los relámpagos de San Simón y San Judas en San Miguel de Tucumán – Proeza de Gaspar de Medina
Otro memorable hecho milagroso salvó a San Miguel de Tucumán. Se debió a la intercesión de San Simón y San Judas.
El 28 de octubre de 1578, día de la fiesta de dichos Apóstoles, se produce una brutal acometida de los aborígenes, liderados por el cacique Gualán, indio de talla descomunal, quien en horas de la noche “mató parte de los habitantes, pegó fuego a las casas, que todas hubieran quedado reducidas a cenizas a no haberse aparecido…los Apóstoles San Simón y San Judas, cuya fiesta se celebraba aquel día, en un torbellino de relámpagos que espantó a los bárbaros y los obligó a huir precipitadamente”.
A la acción de los Santos se sumó el coraje del Teniente de Gobernador Gaspar de Medina. La ciudad estaba sin sus vecinos, que habían salido en expedición con Abreu. Prácticamente solo, se abre paso entre la indiada enardecida y mata a Gualán.
Los apóstoles fueron reconocidos solemnemente por patronos de la ciudad. El cronista, P. Francisco Charlevoix, agrega que ‘más tarde, trataron varias veces los Calchaquíes de arruinarla, pero siempre inútilmente; y la piedad de los habitantes les ha hecho atribuir perpetuamente su conservación a la asistencia de sus santos protectores’ (cf. Celia Terán, Arte y Patrimonio en Tucumán: Siglos XVI y XVII, cit. por L.Mesquita Errea in Devisadero de luces doradas en aquel reino del Tucumán.

jueves, 17 de octubre de 2019

Polémica con supuestos carlistas y falangistas, defensores de ideas socialistas


Estimado Javier:
como descendiente de carlistas tuve la impresión de un "décalage" bastante grande entre mi idea del carlismo y su visión de las cosas,   que adhiere a la Tradición pero parece sufrir la influencia de autores semi-contra-revolucionarios, que rechazan los errores progresistas y socializantes abiertos pero se resienten de ellos en forma velada, en una curiosa simbiosis ideológica casi indefinible, por la variedad enorme de matices.
Algo más que despertó cierta sorpresa en mí es ver que insiste en puntos que he tratado, como si no leyera con el detenimiento necesario los mensajes. Después de haber mostrado en éstos el papel nefasto del enciclopedismo en la desarticulación del Imperio Español , Ud. me habla de Smith, el anglosajón que con Malthus y Ricardo forjaron aquella visión pagana  y materialista de la economía que condena Pío XI;  que fue parte de la etapa  preparatoria de la catástrofe de la Revolución Francesa. También mostré el carácter prácticamente comunista  de los enciclopedistas, masones y jacobinos, enemigos de la trilogía Religión – Familia -  Propiedad.
No queda clara su posición ante Felipe II y Carlos I, y me llama un poco la atención su silencio sobre mis afirmaciones con relación a la monarquía y a la democracia con élites concentrándose en atacar algo que no sólo no defiendo sino condeno.
Asimismo, como luchador por la Civilización Cristiana y Mariana, soy co-organizador de la ya III Jornada de Cultura Hispanoamericana por la Civilización Cristiana, que, gracias a Dios, es un punto de referencia para quienes deseen luchar sin concesiones   a la Revolución.  No obstante, Ud., como lo hacía "Ernesto", con aire de quien me responde, apunta su artillería contra el capitalismo liberal por mí rechazado, reiterando el error de considerar anticatólico el capitalismo legítimo,   aquel que no fue inventado por el Sr.  Smith en el 1700, ya que Nuestro Señor Jesucristo, 17 siglos antes, lo usa como ejemplo en la parábola del propietario de las viñas que contrata asalariados para que trabajen en ella (ver mensajes).
Ello me recuerda lo que Nuestro Señor llama “mirar sin ver, y oir sin escuchar” (Evang. de San Mateo).
Mi postura es de adhesión total y categórica a la inmutable  doctrina católica tradicional sobre el tema, magistralmente explicitada por los documentos papales.
No me cansaré de reiterar, por ser doctrina católica y por ser la defensa de la propiedad privada un deber sagrado, como lo enseña León XIII (como que está instituida en 2 de los 10 mandamientos), que:
el capitalismo en cuanto existencia de dos partes, que deben trabajar en armonía, una que es dueña de los medios de producción, por ejemplo una finca, una fábrica; y otra parte, obrera, que trabaja por un salario justo, es un sistema aprobado por la Iglesia Católica. Sistema natural y viejo como la humanidad, que usado debidamente en nada contradice al destino universal de los bienes ni  la función social de la propiedad privada, que Ernesto y Ud. parecen interpretar como algo sospechoso, que la deja  maltrecha y rengueando, como un mal menor; cuando en realidad es una institución querida por Dios sobre la que existe una visión armónica, que emana del Antiguo y Nuevo Testamento, de Santo Tomás, y que  Pío XI desarrolla con claridad meridiana en Quadragesimo Anno, conmemorando la Rerum Novarum de León XIII, a lo que se suma Juan Pablo II en la Centesimus Annus.
A ese capitalismo legítimo debe defenderlo un católico pues la Iglesia lo hace; y no llevar a que se lo confunda con el capitalismo liberal, recurso indebido de progresistas y de pseudo-tradicionalistas con el que se choca frecuentemente:
“Nada, pues, (…) tan santo como la justicia, que manda que se conserve íntegro el derecho de propiedad, que defiende la diversidad de clases, propia de toda sociedad bien constituida…” (León XIII, “Graves de Co m m u n i”, A.S.S., XXXIII, p. 387, ed. S.C. de Propaganda Fide).
Esa nebulosa ideológica le hace el juego al comunismo, por más dispuestos que estemos a derramar nuestra sangre contra los rojos. No es raro encontrar personas que se llaman anti-comunistas, hispanistas, tradicionalistas, que repiten que "el peor de los males es el capitalismo", como lo hicieron ya algunos mentores del Nacionalismo que admiraban la Rusia soviética y los modelos de fuerza. Y hacerlo beneficia la campaña del socialismo y el comunismo -como denuncia Pío XI en Quadragesimo Anno-, sistemas intrínsecamente perversos, tratados de muy otro modo por los Papas, como lo veremos. Eso es hacerle el juego al comunismo y no, evidentemente, debatir las diferencias.
Aclarados estos puntos, y a disposición suya en lo que no esté claro (y le agradeceré que en lo posible critique lo que digo y no lo que Ud. imagina que pienso, o bien, si quiere combatir el capitalismo liberal, aclare que no se refiere a mi postura), paso a demostrarlo con citas pontificias:
"Todo espíritu recto debe reconocer que el régimen económico del capitalismo industrial contribuyó a hacer posible, y hasta estimular el progreso del rendimiento agrícola; y que permitió, en muchas regiones del mundo, elevar a un nivel superior la vida física y espiritual de la población del campo. No es, pues, este régimen en sí mismo a quien se debe acusar, sino el peligro que amenazaría, en caso de que su influencia llegase a alterar el carácter específico de la vida rural, asimilándola a la vida de los centros urbanos e industriales, haciendo del "campo", tal como es entendido aquí, una simple extensión o anexo de la "ciudad"."
Pío XII, Discurso del 2 de julio de 1951 al I Congreso Internacional sobre los Problemas de la Vida rural - "Discorsi e Radiomessaggi", vol. XIII, pp. 199-200.

Por si no fuera suficiente lo enseñado con meridiana claridad por Pío XII, cito trechos de una muy importante Carta Pastoral:
"El régimen capitalista en cuanto admite como base la propiedad privada, en sí es legítimo. La Iglesia combate sus abusos pero no apoya su destrucción.
"EXPLANACION
"En cuanto al capitalismo, es necesario disipar la confusión que se estableció a este respecto en el lenguaje corriente. El régimen capitalista en sí mismo, esto es, basado en la propiedad privada y en la libre iniciativa, y produciendo ganancias en la medida en que lo permita la moral, es legítimo y no se puede confundir con los abusos a que concretamente estuvo sujeto en no pocos lugares.
"Importa pues distinguir la legítima defensa de organizaciones obreras bien intencionadas contra los abusos del capitalismo, de la lucha de organizaciones revolucionarias, que proclaman la ilegalidad del régimen capitalista en sí mismo. Quien se asocie a estas organizaciones colabora con el comunismo e incurre en la censura contenida en la Carta de la Sda. Congregaciòn de los Seminarios al Episcopado Brasileño" (sigue la cita de la Carta, que pongo a disposición); “Antonio de Castro Mayer, Obispo de Campos – Brasil: “Problemas del Apostolado Moderno” “Seguido de un compendio de verdades oportunas que se oponen a los errores contemporáneos”, Librería Católica Acción, Buenos Aires; cuenta con Imprimatur de Antonio Rocca, Obispo de Augusta y Vicario General, junio de 1959).
Este mensaje ya está más largo de lo que quisiera;   como Ud. dijo, hay afirmaciones que requieren un tratado para refutarlas.
No pude ocuparme del texto de Ernesto, que contiene flagrantes contradicciones con la doctrina pontificia. Las dejo para otro mensaje.
Cordialmente,
Luis

julio de 2007